Los pobres soportan un genocidio silencioso que prospera gracias a la complicidad de los satisfechos, de los que pueden adquirir bienes, pagar plazos y se consideran a salvo del riesgo de la marginalidad. La marginación ya no es una situación de precariedad extrema, sino el umbral donde se desintegra la condición humana. No tener es una forma de no ser. Es un aforismo muy sencillo, pero que resume la percepción de la vida en sociedades donde el consumo ha reemplazado al sentimiento de comunidad y responsabilidad. La resistencia contra esta ignominia no es violencia, sino un gesto de libertad. Los pueblos que no luchan y se dejan pisotear pierden la esperanza y la dignidad. Las revoluciones que se hacen a medias desembocan en un fracaso estrepitoso. Hay que luchar, pero sin ninguna clase de derrotismo. Se lucha para ganar y se gana si se tiene el valor para continuar resistiendo en medio de la adversidad.
De: Rafael Narbona
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